Piratas, su etimología

Según algunos autores, la voz pirata viene del latín pirāta, que por su parte procedería del griego πειρατης (peiratés) compuesta por πειρα, -ας (peira), que significa 'prueba'; a su vez deriva del verbo πειραω (peiraoo), que significa 'esforzarse', 'tratar de', 'intentar la fortuna en las aventuras'.

Otros autores abogan porque proviene del griego pyros ('fuego'). El fundamento que se alega es que tras un acto típico de amotinamiento en un barco, para eliminar cualquier tipo de pruebas y toda posibilidad de buscar culpables finalmente se le prendía fuego, no sabiendo por tanto quién había muerto en la trifulca y quién no, resultaba prácticamente imposible encontrar algún culpable si se daba a todos por desaparecidos. Siendo por tanto el término pirata equivalente a incendiario. En este sentido, el término pirata fue usado con anterioridad como actos puntuales de amotinados y saqueadores y no sólo referente al mar. Cuando esto era así aún no existían piratas en el concepto que más tarde se implantó. Como suele suceder en todas las épocas, una voz aplicada para denominar a un determinado colectivo, en base a un determinado hecho, se acaba generalizando a un rango mayor y menos específico y aplicando a todo saqueador en general, y más específicamente a los saqueadores del mar (toda vez que existían múltiples voces para designar a los «saqueadores de tierra»), quemara ya, o no, el barco. Cuando más adelante en el tiempo los saqueadores se organizan surcando el mar y no necesariamente como resultado de un amotinamiento, tienen la necesidad de reparar su propio barco (dañado por los ataques o por lo embates del mar) y por supuesto de apropiarse el ajeno. Sin embargo, el barco abandonado en la mayoría de los casos seguía siendo incendiado.

A partir de entonces la voz ha sufrido muchos cambios, perdiendo la exclusiva como sinónimo de incendiario. La voz pirata provenía originariamente de la pirotecnia y de los inevitables accidentes asociados por los artesanos que militar o civilmente ocurrían de cuando en cuando. No hay que olvidar que la pirotecnia fue introducida en Occidente por los árabes en la forma de fuegos artificiales y que esto tomaron en parte de Asia y en parte remanente del esplendor romano. La voz no aparece antes de la invención de la pólvora y es notable que durante los siglos en que duró la piratería de forma «oficial», los progresos en pirotecnia quedaron estancados, siendo estos siglos los XVI, XVII, XVIII y mediados del XIX. Lo que se supone es debido a que los gobiernos monopolizaron la industria de la pólvora.

Al hablar de piratas, resulta más propio desde un punto histórico hablar de más navíos que de barcos. No obstante, a fecha de hoy usamos ambiguamente barco como sinónimo de casi cualquier embarcación.

Este término califica a las acciones llevadas a cabo por personas en embarcaciones y, desde mediados del siglo XX, en aviones, para retener por la fuerza a las tripulaciones y pasajeros, así como a los propios transportes. Esta definición es dada por organismos como la ONU o la Real Academia Española.3 Sin embargo, varios autores expertos en piratería, como el alemán Wolfram Zu Mondfeld, amplían la piratería a aquellos ataques realizados desde el mar contra buques y posiciones en tierra para robar o conquistar, pero sin hacerlo en nombre de ningún Estado, al menos oficialmente.

Los términos filibustero y bucanero, más específicos, están relacionados con la piratería en el Mar Caribe.

El capitán Kidd

Probablemente es el más famoso y el que menos fama de pirata merece. William Kidd nació en Greenock, Escocia en 1654. Desde joven fue un buen marino y llegó pronto a capitán. En 1690 se casó con una viuda rica y se estableció en Nueva York. En 1695 el gobierno británico decidió organizar una expedición para capturar a varios piratas que amenazaban el comercio británico con la India. Se ofreció el trabajo a una compañía privada que contrató como capitán a Kidd, quien en 1696 se embarcó a la caza de piratas en un barco construido especialmente para él, el “Adventure Galley”. Su viaje fue un cúmulo de mala suerte, todo le salía mal, un barco de guerra inglés le robó la mitad de la tripulación, un tercio del resto se murió de “cólera”…Muchos tripulantes querían atacar barcos neutrales en busca de botín, pero Kidd solo tenía licencia para atacar barcos franceses y barcos piratas. Ante la presión de la tripulación y después de matar a un tripulante con un balde. Kidd decidió atacar un barco holandés que viajaba con salvoconductos franceses. A su regreso a Nueva York fue acusado de piratería, se entregó a la justicia, pero perdió el juicio y fue condenado a la horca y ahorcado el 23 de Mayo de 1701. La fama de Kidd se debe al gran tesoro que enterró en la isla Gardiners, cerca de Long Island en Nueva York, descubierto al ser encarcelado. El tesoro se llevó íntegramente a Londres, pero Londres nunca lo devolvió a sus propietarios. La historia de Kidd es la de un hombre marcado por la mala suerte.

El Pirata sin Cabeza

Rueda por la playa de los Loros, —entre las bocas de los ríos Jesús María y Grande de Tárcoles,— una leyenda que se afirma en la nebulosa historia de nuestra época colonial, y que alimentan cada año los pescadores o los peones salineros mientras descansan de sus faenas contemplando el maravilloso paisaje que, al ocultarse el sol se admira desde el Peñón de Tivives.

Cuenta la leyenda dicha que: cuando Sharp y Dampier pirateaban en el Mar de Balboa sembrando el terror en las Colonias Españolas, acostumbraban adentrar sus faluchos en el río Jesús María para descansar seguros y reparar averías. En el Peñón dejaban centinelas vigilando el horizonte, y mientras unos trabajaban, cazaban otros y todos bebían, los jefes planeaban la próxima correría.

Un día de tantos llegó del sur Dampier cargado de tesoros; tan grandes y valiosos eran que la codicia llenó su pensamiento y resolvió ocultarlos para lograrlos solo. Su plan confió en secreto al compañero que más temía, un viejo pirata corazón de hiena y punas de acero, e hijo del Diablo —según se decía— ofreciéndole compartir la presa. Ya puestos de acuerdo, con engaños enviaron sus hombres al Peñón de los vigías y entre los dos pasaron el tesoro a la rivera; al pié de corpulento "guanacaste" cavaron hoyo profundo y en cascada amarillenta allí cayó el botín. Pero... recordó Dampier que secretos entre dos no son secretos y su puñal, cien veces asesino, a traición clavó en el ladrón compañero. Cayó el pirata moribundo y expiró invocando a su padre Satanás; éste llegó, -se metió dentro del muerto y por su boca... Aquí! gritó. Tembló Dampier. Requirió su sable y de medroso y terrible tajo separó del tronco la cabeza del muerto, que rodó y rodó cayendo en el hueco del tesoro. Ya no hablarás! dijo el traidor, pero... oh poder del Diablo! El cuerpo del pirata sin cabeza del suelo levantó, extendió hacia la mar su brazo y... Aquí! gritó. Huyó Dampier horrorizado hacia el Peñón de los Vigías llamando compañeros... y el cuerpo sin cabeza tras él corría — Aquí! gritando...Aquí!

Contemplaron los piratas el macabro espectáculo. —Les llenó el espanto.— Volaron al falucho. Las anclas levaron. Al ancho mar huyeron temblando de pavor, y en el Peñón quedó hacia la mar tendiendo el brazo, como un fantasma horrible, el pirata sin cabeza... aquí! gritando... aquí!.

Y en la rivera izquierda del río Jesús María quedó el tesoro guardado, al pié de corpulento "guanacaste" que el hijo del Diablo cuida. Y la sombra del fantasma, del pirata sin cabeza aguarda un hombre sin miedo para partir las riquezas.

Cuentan los viejos pescadores que para las lunas llenas —al llegar la media noche— en el Peñón de Tivives un fantasma sin cabeza, que lanza un grito extraño, por las rocas se pasea. Y que para el mes de octubre, cuando por el río Jesús María bajan corrientes, una lancha misteriosa que nadie maneja, domina las corriente.-, y quietecita se queda, frente a un viejo "guanacaste" que se encuentra en la rivera.

Tal es la leyenda que en el "Peñón de los Vigías" duerme en los inviernos y los veranos despierta, cuando viejos pescadores admiran el bello paisaje, que al ocultarse el sol se contempla desde el Peñón de Tivives.

V. Rodriguez

Angelica Black is back

Queridisimos piratas, tras mi año y medio de ausencia vuelvo a la carga!
Disculpad todo el abandono del blog, a veces las obligaciones de una capitana son demasiadas y hay que dejar cosas aparcadas a un lado aunque resulte doloroso, por supuesto esto no era más que una pausa, jamas ha sido una clausura.
¡¡¡¡Levad anclas!!!!¡¡¡¡Arriad las velas!!!! Angelica vuelve a la carga!!!