El tráfico de especies animales es una de las actividades más lucrativas. En ese sentido, el mundo es prácticamente un gran supermercado en donde todo animal tiene su alto precio, en especial aquellos que están a punto de extinguirse.
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Propóngale a un amigo que le enumere cuáles son las tres actividades ilegales más importantes y lucrativas del mundo. Es muy posible que su amigo pueda acertar con el contrabando de armas y el negocio de las drogas. Pero difícilmente sabrá que el tercer miembro de esta triste lista es el tráfico y comercio ilegal de animales.
Según las organizaciones conservacionistas y de los organismos encargados de reprimirlo, en el mundo se invierten anualmente entre 5.000 y 7.000 millones de dólares en los distintos rubros que conforman el tráfico. Este abarca desde la compraventa de todo tipo de animales salvajes vivos, hasta la comercialización de cueros exóticos, marfil, carnes raras, plumas para adornos y pieles para abrigos.
El "modus operandi" de esta actividad ilegal suele seguir un patrón similar en todo el mundo. Los animales son capturados por personas de muy bajos recursos que habitan en las naciones con mayores problemas económicos, conocidas generalmente como pertenecientes al Tercer Mundo. Estos recolectores cazan grandes cantidades. Así es como los malvenden -a muy bajo precio- a los mayoristas.
Estos intermediarios se ponen en contacto con empresas europeas y norteamericanas, interesadas en importar animales exóticos a sus países, y así allí ofrecerlos como mascotas raras a altísimos precios.
Lo más triste de este comercio es que se sostiene gracias a la desaprensiva demanda de muchísimas personas que desean tener en sus casas a animales que no nacieron para vivir entre cuatro paredes. Muchas veces ocurre que se compran tiernos cachorros como mascotas, sin pensar que cuando estos crezcan se volverán caros de alimentar y mantener y hasta que pueden convertirse en peligrosos. A pesar de eso, hay personas que tienen un puma, una boa ó un orangután en el patio de su casa.
Y los compradores tampoco se detienen a reflexionar sobre el daño que están causándole a la naturaleza (destrucción de ecosistemas), además de cometer diversos delitos.
Esto ocurre porque hay muchas especies que están protegidas por convenios y leyes nacionales e internacionales y su caza y comercialización están penados.
Otro rubro que recibe especial atención es el de los cueros y pieles para abrigos. En Argentina, entre los años 1976 y 1984, diversas empresas del rubro declararon oficialmente la exportación de 24.165.330 nutrias, 11.668.000 iguanas, 5.200.000 zorros, 207.000 boas y más de 145.000 yacarés. A estas cifras hay que sumarle los envíos en negro (que posiblemente duplicarán estos valores), y los recursos y pieles que fueron utilizados por la industria nacional en la fabricación de carteras, cinturones etc.
Si ha todo esto le añadimos el maltrato que día a día reciben cientos de animales domésticos, la sensación que se nos queda sobre esta sociedad (o al menos a mi se me queda) es la de la destrucción del hombre y su afán por demostrar que es superior y el dueño de todo.
Existe una iniciativa para que los maltratos hacia los animales domésticos queden penalizados. Se está organizando una recogida de firmas para introducir este acto terrible en el código penal, la web es http://firmas.amnistianimalmadrid.org/ley/ (gracias a Carmen que fue quién me informó del proyecto).
A veces es necesario abandonar la fantasía (y a mis piratas) porque hay noticias que lamentablemente se deben comentar.
Y a todos esos seres que se creen dueños y señores del mundo les dejo un mensaje: “Me vengaré y todo mal que me hagas yo te lo devolveré, el hombre nunca fue dueño de Gaia, es justamente al revés…”
(La venganza de Gaïa, Mägo de Oz).
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